La visión que yo tengo de todo esto es sencilla, pero profunda, en realidad todo esto ha sido para cada uno de nosotros toda una revolución en nuestras conciencias y manera de ver y apreciar la vida, tanto para mi hermano, para mi gran mamá como para mí, sin embargo, en este caso hablaré de mi percepción de esta realidad que estamos viviendo, respetando la forma de pensar y ver la vida que tiene mi querido hermano.
Me voy a ir directo al grano, mi papá ya se estaba muriendo cuando yo llegué al hospital en la madrugada de la noche en que le dispararon, pasamos creo que tres días sin que mi papá se moviera o abriera los ojos, conectado a tubos, cables de monitores y un respirador. Día a día veíamos cómo su cuerpo se iba hundiendo en la cama del hospital acercándose más a la expresión de una persona muriendo, allí todos los que pasábamos a verlo lo acariciábamos y le platicábamos al oído todo lo que toda su familia le queríamos decir. Creo que nadie se quedó con nada para decirle, pues lo que los signos mostraban era que se iba a morir.
Al tercer o cuarto día, en realidad no me acuerdo, comenzó a abrir sus ojos y sólo se veía una vaga mirada, conforme pasaron los días su estado fue reviviendo hasta que un día, después de muchos esfuerzos de tratar de comunicarse conmigo, con una mirada penetrante para que le ayudara yo a expresarse, él movió con muchísima dificultad sus labios, en parte porque no tenía fuerzas y, por otro lado, porque tenía una gruesa sonda metida por la boca hasta la garganta, y como ya dije, repito, después de muchos esfuerzos de parte de él para expresarse, y también de parte mía para prácticamente adivinar lo que me quería decir, salieron de sus labios balbuceantes las palabras “que no me quemen”. Entonces yo descansé y sentí un gran alivio al poderle al fin entender lo que me quería decir. Claro que no papito lindo, no te preocupes, yo me encargo de eso, no te vamos a quemar, le dije, y entonces cerró otra vez sus ojos para descansar después del largo esfuerzo para pasarme el MENSAJE.
Después de un par de días, la verdad no recuerdo -fueron 3 semanas de estar como zombies durmiendo en las salas de espera del hospital- mi hermano y yo estábamos hablando sobre mi papá y sobre lo raro que estaban sucediendo las cosas al realizar tan espectacular cateo, que los estuvieran llevando a declarar a él y a mi mamá como si fueran los delincuentes, que hubiera todo el tiempo elementos de grupos especializados de la policía etc. Entonces me vino un rayo a la cabeza y como trueno le digo a mi hermano, ¡YA SÉ LO QUE ME QUISO DECIR! ¡Que no lo quemaran! ¡Pero no cremar su cuerpo! ¡Sino que no le fueran a inventar algo! ¡Por supuesto! y de alguna manera nos hizo sentido, pues recordamos que él ya tenía inclusive contratado los servicios de un nicho para cuando llegara la hora.
Entonces, todo comenzó a tomar un significado diferente, recuerdo que mi mamá le compró un libro a un doctor, creo que jefe, o subjefe no lo sé, de terapia intensiva y esa noche ya no lo vi y por lo tanto no se lo entregué, entonces me puse a leerlo durante casi toda la noche porque ¡verdaderamente me atrapó la lectura! y para mí fue como una puerta a una nueva realidad que corroboraba lo que ya desde hace tiempo venía incorporando a mi visión respecto a la vida.
El libro se llama La Muerte un Amanecer, de Elisabeth Kübler Ross, quien fuera la pionera de la Tanatología (ciencia que estudia la muerte como un fenómeno tan natural como el mismo nacimiento) Entonces, comencé a recordar lo aprendido con esa gran cultura de la que ya he hablado y comencé a sentir y ver el significado de todo esto…