Papito:
Acabas de morir, tiene apenas unos días que “te fuiste”, pero lo cierto es que siempre estarás vivo en nuestras vidas; tu risa, tu personalidad, tu carácter y tus besos son algo que no se puede olvidar.
Siempre te recordaré motivándome para salir adelante, a respetar la vida en todas sus formas, a ser un hombre valiente, a defender mis ideas y a no tener miedo de ser quien soy. Siempre me “empujaste” para que volara, siempre creíste en mi, todos los días me recordaste que yo era un águila…
Hoy veo a esa ejemplar mujer que es mi mamá y me doy cuenta que tuvo que ver muchísimas cualidades en ti para acompañarte incondicionalmente por cuarenta años a lo largo de su vida. Veo a esa mujer, a tu compañera de viaje como te recuerda, como te llora, lo que dice de ti, como se expresa con amor hacia tu persona, como te agradece todo lo que hiciste por ella, como estuvo hasta el último momento luchando a tu lado, hombro con hombro y no me queda más que aprender y agradecer.
El esfuerzo de mi mamá para cuidarte, para darte ánimo, para hacerte sentir amado ha sido la lección de amor más importante de mi vida.
He aprendido que el amor es más esfuerzo que placer, que cada día se debe valorar, se debe de manifestar todo lo que sentimos por las personas que amamos porque ahora entiendo con toda profundidad eso de que la vida es muy corta porque hoy aunque quiera ya no te puedo abrazar.
Conocí al hombre que fuiste, con defectos y virtudes, se que a lo largo de tu vida tuviste muchos errores, pero también pude ver que fuiste y siempre serás una persona buena, incapaz de lastimar a nadie.
Al final de tu viaje me tocó defenderte de una enorme y cobarde injusticia en tu contra y quiero que sepas que si tuviera la oportunidad de volverlo hacer, solamente cambiaría algo…
Le pondría más ganas, tendría más valor, corregiría los errores que tuve y te agradecería mucho más todo lo que en vida hiciste por mi.
Tu hijo que siempre te llevará en el corazón…
Tu hijo: Miguel Angel
Noviembre, 2009